Espanyol - Real Zaragoza

El domingo pasado acudí al Estadio Olímpico de Monjtuïc para presenciar el partido de la División de Honor Juvenil entre el Espanyol, campeón hacia varias jornadas, y el Real Zaragoza, que lucha por alcanzar el segundo o tercer puesto para poder participar en la Copa del Rey de la categoria. El hecho de que el encuentro se disputara en semejante escenario fue una agradable sorpresa para mí, pues yo ya estaba mirando cómo llegar a la Ciudad Deportiva de Sant Adrià cuando me enteré de la noticia. Sino me informaron mal, se ve que el Espanyol ha decidido que el equipo de División de Honor juegue los partidos que le quedan como local en el Olímpico, como premio por la consecución del campeonato liguero. Así que os podéis imaginar la ilusión que tenían los dos equipos por jugar en un campo de Primera.

El encuentro arrancó con el dominio del Zaragoza, ante un Espanyol que se limitaba a defenderse y a salir a la contra cuando podía. Así en los primeros minutos el equipo aragonés tuvo dos llegadas con mucho peligro, que pudieron acabar en gol, de no haber sido por la mala definición en ambas. Primero lo tuvo Miki, delantero centro blanquillo, que aprovechando un buen pase entre líneas y rompiendo la defensa en línea del Espanyol, se plantó sólo ante el meta perico, lo regateó por fuera pero se quedó casi sin angulo y su disparo se estrelló en el lateral de la red. Quizá lo mejor hubiera sido disparar a puerta sin buscar esquivar al portero. Acto seguido, otro balón a la espalda de la defensa periquita, provocó una salida a destiempo del portero local que se vió obligado a derribar a un jugador aragonés, cuando este ya le había superado. Cómo quiera que la falta se produjo en un lateral, y que el jugador zaragocista no encaraba la portería, la sanción se quedó en cartulina amarilla. La roja no hubiera sido justa, aunque parte de la afición zaragocista así lo reclamaba. Pero de nuevo pienso yo que el jugador aragonés erró en la decisión, pues si hubiera visto salir al meta del Espanyol lo habría superado con una simple elevación del balón. El Zaragoza perdonó, y eso ya se sabe que se paga muy caro. Y así fué. En la primera aproximación clara del Espanyol llegó el primer gol del partido. Una llegada por la banda derecha acabó con un centro al área pequeña, dónde un jugador perico aprovechó para cabecear ante la pasividad de la defensa y el meta aragonés, y así adelantar al conjunto local en el marcador. El gol tuvo algo de polémica, porque el balón golpeó en el larguero, botó en el suelo, y acabó en las manos del guardameta maño. El árbitro, a instancias de su asistente, quién no parecía tenerlo muy claro por sus amagos antes de ir hacia medio campo, dió validez al tanto. Desde mi posición es imposible decir si el balón entró o no, pero ante la duda, hay que darle un voto de confianza a los colegiados.

A partir de ahí y hasta el intermedio, el partido fue más aburrido, con continuas perdidás de balón por parte de los dos equipos. El Zaragoza había acusado el golpe del gol en contra, y era incapaz de trenzar jugadas que le permitieran crear peligro sobre la meta local. Su juego carecía de la fluidez de los primeros minutos del encuentro, y abusaba mucho de los balones largos a los delanteros, que la defensa perica resolvía con pocos apuros. Sólo se sacaba alguna falta, o algún saque de esquina, que acababan en nada. El Espanyol ante eso, se dedicó a conservar su renta y a dejar pasar el tiempo, para así llegar al intermedio por delante en el marcador.


El Real Zaragoza salió con fuerzas renovadas tras el paso por los vestuarios, y en apenas diez minutos tuvo tres ocasiones para conseguir el gol del empate. La primera fue un zurdazo desde la frontal de Iñaki que salió rozando el larguero. A continuación, Nacho penetró por la parte derecha del área local, y su tiro flojo al primer palo lo detuvo sin ningún problema el meta perico. Ahí Nacho pecó de chupón, pues lo mejor hubiera sido ponerla atrás, a algún compañero que viniera de cara. Y Miki fue el protagonista de la última de las oportunidades mañas del arranque del segundo acto. Un centro al segundo palo le perimitió fusilar a bocajarro la portería local, pero su remate no fue nada preciso y lo envió al centro, estrellando el balón en el cuerpo del meta perico. El Zaragoza, cómo en el primer tiempo, volvía a perdonar a su rival.

El Espanyol se sacudió el dominio del Zaragoza, y a punto estuvo de repetir lo del primer tiempo, conseguir gol en su primera llegada. En una buena jugada por la banda izquierda, el balón acabó en poder de un jugador local en la frontal del área aragonesa, quién se sacó un trallazo que escupió el travesaño de la portería visitante.

El Zaragoza buscó con los cambios cambiar el rumbo del partido, pero el Espanyol estaba muy bien asentado en el campo, y no permitía al conjunto aragonés tener ocasiones claras cómo las anteriormente citadas. Además, con el paso de los minutos el Zaragoza tenía que abrirse más, dejando atrás muchos huecos para poder ser aprovechados por el equipo perico.

A falta de menos de un cuarto de hora para la finalización llegó el segundo tanto local, lo que parecía sentenciar el encuentro. El Espanyol robó el balón en el mediocampo, e inició un contragolpe muy peligroso por la banda derecha. El lateral izquierdo maño se disponía a cortar el avance del jugador local, pero tuvo la mala fortuna de resbalarse justo en ese momento, permitiendo así un centro fácil al corazón del área, dónde un jugador perico aprovechó para anotar cómodamente el segundo tanto de su equipo. Todo parecía resuelto, pero dos minutos después, una jugada embarullada en el área local acabó en un penalty tan justo cómo tonto e innecesario. Casi nadie protestó, excepto un seguidor perico que tenía detrás, que le pudo la pasión. Con lo gafado que estaban los maños de cara a puerta, por momentos pensé que no íbamos a transformar la pena máxima. Pero Iñaki no falló y daba esperanzas de conseguir al menos un punto. Pero sólo dos minutos después el Espanyol conseguía su tercer gol. El tanto llegó tras un mal control de un central maño, el Espanyol robó el balón en la frontal del área aragonesa y dos jugadores pericos se plantaron sólos ante Unai, que no pudo hacer nada para evitar el gol.
Ahora sí parecía una misión imposible llevarse algo positivo de la visita a Barcelona. Pero el Zaragoza no se rindió, y merced a la expulsión con roja directa por un codazo de un jugador local, jugó los últimos minutos del encuentro con superioridad y Bruna consiguió en jugada individual el segundo gol visitante. La jugada me recordó al gol que consiguió Óscar en el Vicente Calderón en el encuentro de la primera plantilla del Real Zaragoza. Lo único que esta ocasión la acción fue totalmente inidvidual.

Y a punto estuvo el Zaragoza de empatar en la última jugada del encuentro. Una falta lanzada desde la banda derecha, acabó con un centro al área perica que se envenenó y se estrelló en el palo derecho de la puerta local. El posterior rechace fue a parar a las manos de un sorprendido portero perico, que cómo se suele decir, pasaba por ahí y recogió la pelota sobre la misma línea de meta. Tras esta acción el partido concluyó, con los jugadores zaragocistas cabizbajos por la derrota cosechada.


Ahora las opciones de disputar la Copa del Rey se complican mucho, porque a falta de dos jornadas para la conclusión de la liga, el Real Zaragoza es sexto, a séis puntos del Barça que es segundo, y a tres del Mallorca que es tercero. Pero cómo matemáticamente aún es posible, no voy a ser yo, optimista por naturaleza, el que arroje la toalla.


PD: En el momento de acabar esta crónica, que me ha costado lo mío, me he enterado de que el Zaragoza juvenil acaba de derrotar por 3 a 0 al Cornellà. Con esto nos aseguramos llegar con opciones a la última jornada.