Óscar dio la mano, el equipo la aceptó

Victoria balsámica de los muchachos de Víctor en el Municipal. Un 4-1 ante el Villarreal parecía inimaginable cuando D´Alessandro se enganchó con Victor en el entreno, o cuando Juanfran añadió que no encontraban sentido a su búsqueda. El caso es que la innovación, la novedad, despertó unión, y el Real Zaragoza ha cuajado su mejor actitud de la temporada, y ha mejorado muchos aspectos del juego.

Empezando desde la construcción de la zaga. Con Sergio lesionado, con Juanfran castigado-tocado, Pavón y Ayala renacieron para cuajar una actitud magnífica. Solo en un depsiste ha conseguido el Villarreal batir a César, pero para entonces ya estaban los boletos repartidos. Ayala al corte, estilo sandokán, y Pavón rápido y enorme en la salida de pelota, solventaron fácilmente la fantasía de los enganches amarillos. Por delante, Zapater puso su corazón al servicio de sus compañeros, pero lo acompañó de buenas dosis de sentido futbolístico. Luccin demostró que también puede aportar, al menos carácter.

Pero el hombre del partido fue Óscar. El salmantino fue el jefe del choque. Intervino cuando debía, hizo lo que debía, manejó los tiempos, se asoció con todos, intervino en los goles, marcó el segundo....dio el cuarto. Lo ha hecho todo Óscar. Creo que la comparación con el 8, ni merece mencionarse. Pero no fue sólo Óscar alguien destacado. García, tirado a una banda, motivo del pacto de no agresión firmado con Diego y Oli, volvió a marcar y volvió a deleitar. Demostró de nuevo que sabe discriminar el pase, pero que es generoso cuando debe.

En lo negativo, Cuartero. El capi, que había cuajado una enorme actuación, tirando de galones, se ha vuelto a romper. En una jugada tonta, en banda, ha cavado la tumba de su temporada (salvo milagro estilo Matuzalem). Se ha vuelto a romper la rodilla. Y Ayala y Pavón, que no podrán jugar en Almería por sanción.

Y en lo positivo, aparte de todo lo expuesto, Paredes. El Jabalí ha debutado con la zamarra blanquilla. Dos subidas positivas, una actitud encomiable. Apunta bien, y se le presume necesario ante la escasez de hombres atrás.